Déjame si estoy llorando...

"Seguro estás en tus días", o "Ahí vas a llorar de nuevo", son dos frases que deberían ser castigadas con la pena de muerte.

     La última vez que un tipo me las escupió en la cara, no volvió a saber de mí, después de que yo, en un decibel de voz nada elegante y con una serie de palabras imposibles de escribir en este espacio, le dije que fuera a visitar a su progenitora y se olvidara de mi existencia. Aún así, si "lloré" en silencio, dentro del baño de mi habitación....


     Aquella ocasión fue mi culpa por liarme con un cavernícola que daba muestras de su machismo a cada paso que daba y cada frase que se aventaba; no obstante, a lo largo de mi recorrido por algunas pieles y trato con distintos especímenes del sexo masculino, he descubierto que cada vez que una mujer llora, los hombres se erizan como puercoespín y, de inmediato, creen que nuestras lágrimas con indicador de algo más grave, fuerte, profundo y hasta, peligroso.


     No, chicos, las lágrimas son una solución salina que, las que nos consideramos mujeres dignas de vivir en este siglo, usamos para una sola cosa: expresar nuestras emociones. Ya sea de tristeza o felicidad.
      Tras mantener mi distancia o romper, mejor dicho aún, con aquel salvaje que me veía como objeto de presunción, comentaba un día con mis amigas, que me molestaba profundamente que, cada vez que el llanto me invade-ya sea porque estoy viendo Big Fish, porque extraño a mi amiga que se fue a vivir a Francia (Aurora jeje), o porque conseguí esa entrevista de trabajo tan esperada-, si hay un hombre cerca, aplica sus frases de cajón y parece apanicarse ante mi muestra de humanidad.


      En mi "odiómetro" de frases masculinas para estos casos, el ranking está entre las dos anteriores y la tercera: "pero no llores, shshsh ya, calmadita, piensa en otra cosa". (¿No es aquí donde todas recordamos una situación similar y nos dan ganas de asesinar al sujeto en cuestión?).
      
      Sé que las mujeres tenemos fama de muchas cosas y en muchos casos es verdad (gracias, Tania). Sé, por ejemplo, que somos manipuladoras y tenemos un talento único para salirnos con la nuestra; pero ¡por favor! De eso a llorar por todo en plan de chantaje barato hay un abismo. Es casi ofensivo que a estas alturas de la vida recurramos a un cliché de las telenovelas habiendo tantas y tantas maneras alternativas de librarnos de ir a la fiesta de su madre el próximo fin de semana.


       Esas gotitas que corren por mis mejillas no son el arma secreta oara conquistar al mundo (esa está celosamente guardada...), ni el elixir que nos da poder absoluto sobre los hombres, porque francamente tener el control total de las situaciones de pareja debe ser la cosa más aburrida del planeta.
       ¿Se imaginan vivir en un mundo de total acuerdo, donde no exista la pasión ni los desencuentros que dan origen a esas reconciliaciones sexuales de infarto? Bueno, o cualquier tipo de reconciliación, vaya.  Pues la verdad es que no, las mujeres no queremos ser las amas y señoras de todo. Y si en alguna situación determinada decidamos que es hora de aplicar el arte de la manipulación, entiéndelo; llorar no será nunca el plan B.

       Miren, caballeros, si su chica llora, acérquenle un pañuelo, llévenle un bote de helado o lo que sea, y sino saben qué decir, no digan NADA; pero no piensen que el llanto es parte de un truco nuestro para averiguar qué hicieron durante el fin de semana, porque si quisiéramos saberlo, existen otras formas de averiguarlo o se lo preguntaríamos, así si tenemos como respuesta una mentira.

       No estamos tristes, ni locas, ni amargadas....lloramos porque a nosotras la sociedad sí nos da permiso de hacerlo, y ésta que escribe en este blog, en particular, llora porque...confieso: ¡Porque están pasando "Up" por televisión!...

       Llorosos....digo..Felices días !